Cultura digital y prácticas creativas para la investigación cualitativa en tiempos de Coronavirus

Desde hace más de una década la investigación de campo en México dejó de ser una actividad segura. La violencia en el país ha restringido la movilidad de investigadores y estudiantes a sólo unas pocas zonas geográficas consideradas como seguras, y excluye a todas aquellas que por sus elevados índices de violencia representan un riesgo para la integridad humana. En la elección de los transectos, recorridos y métodos de investigación, la variable “seguridad” tiene ya un peso preponderante.

Con la llegada del COVID-19, a las restricciones de movilidad por inseguridad se sumaron las de salud pública. A medida que las salidas a campo, reuniones y entrevistas con comunidades eran suspendidas o definitivamente canceladas, cientos de proyectos y tareas de investigación tuvieron que entrar en una pausa obligada. Lo anterior no fue sólo resultado de las decisiones de los Centros de Investigación y Universidades, las mismas comunidades, indígenas y mestizas, impidieron o limitaron el acceso a sus territorios como una medida para evitar la propagación del virus.

 

Fuente: piedepagina.mx (consultado el 24 de julio de 2020).

Sin salidas a campo y colaboración directa con comunidades, varios proyectos de investigación enfrentan hoy día un enorme desafío para continuar operando. Entonces, ¿cómo continuar con las tareas de investigación en medio de las restricciones de movilidad y contacto social? ¿Cuáles son las salidas y estrategias a implementar?

Comunicarse en la inaccesibilidad

En el medio rural, la falta de conectividad carretera ha impuesto desde siempre un ritmo de desplazamiento y flujo de la información más pausado. Para superar esto, comunidades e instituciones locales han recurrido a estrategias creativas de comunicación a fin de mantener la interacción en medio de la inaccesibilidad. Por ejemplo, en el estado de Guerrero, las organizaciones campesinas recurren a la radio, el perifoneo y se valen de la red de transporte público para hacer llegar mensajes impresos a comunidades remotas.

Fuente: yucatan.com.mx (consultado el 24 de julio de 2020).

La telefonía celular y el acceso a internet, aunque aún están lejos de ser medios de comunicación masivos, abrieron nuevos espacios de interacción y acortaron la brecha de acceso a la información. Hoy en día, la gente de las comunidades conforma grupos de WhatsApp y se mantiene informada sobre acontecimientos regionales y nacionales a través de mensajes de texto, audio y video. Son estos canales de comunicación, consolidados y en proceso de adopción, los que han permitido la interacción y los diálogos comunitarios en medio de la pandemia y las restricciones de movilidad. Aunque no sin dificultades por la cobertura de internet, las plataformas para videoconferencias fueron de gran ayuda y continúan facilitando formas de interacción colectivas con organizaciones y comunidades, mismas que hasta hace algunos meses se hubieran considerado como poco viables.

Las redes de investigación horizontales

La exigencia de las comunidades por participar activamente en la producción del saber ha llevado a las ciencias sociales a proponer formas de investigación basadas en la construcción participativa del conocimiento. Sin ser su objetivo principal, estos enfoques parecen haberse adelantado a los desafíos que la pandemia impone a la investigación cualitativa. Las redes horizontales del conocimiento, que no se restringen a la estructura del académico coordinando a la distancia las actividades de campo sino por el contrario, exigen una participación comprometida de investigadores locales para dar seguimiento a las tareas de investigación y una participación activa en la toma decisiones, han permitido sortear algunas de las mayores dificultades asociadas con el distanciamiento social y la brecha tecnológica. Esta interacción ha sido también mediada por las plataformas tecnológicas que, aunque funcionan como puente de comunicación entre el investigador local con el resto del equipo de trabajo, se deben garantizar que su uso y acceso sea incluyente y democrático.

Hacia los diálogos virtuales

En este contexto de pandemia, las ciencias sociales ofrecen alternativas para realizar el trabajo de campo sin transgredir el necesario distanciamiento social y poner en riesgo a las poblaciones. Este es el caso de la “etnografía digital”, a través de la cual se busca conocer las realidades sociales por mediación de tecnologías digitales, adaptando los métodos y las herramientas de la etnografía clásica a un ambiente “online”; por ejemplo, implementando grupos focales y de discusión, talleres o entrevistas a profundidad a través de google “hangouts” o “zoom” (por mencionar algunas de las muchas que están disponibles).

Fuente: encuentro con escuelas rurales de Guerrero como parte del proyecto FORDECYT “Diseño participativo para la visibilización, prevención y contención de las violencias dentro y fuera de los entornos escolares”: INCIDE SOCIAL – CENTRO GEO.

No obstante, adaptar tecnologías de la comunicación y el espacio de Internet al trabajo de campo conlleva retos para el investigador y los participantes. Por un lado, exige acercamientos mucho más empáticos y destrezas tecnológicas, y por el otro, requiere de una red de informantes y participantes dispuestos a compartir ideas, recursos y conocimientos “online”. Pero aún más importante, en implica reconocer que derivado de la pandemia por Covid-19, los hechos sociales como las actividades educativas, laborales, personales, de cuidado (consultas médicas), de ocio, políticas y de protesta se han trasladado a lo virtual para continuar reproduciéndose. Al día de hoy, es muy probable que muchos investigadores estén realizando etnografía digital de forma empírica, al mantener reuniones, entrevistas y grupos de discusión a través de plataformas de videoconferencia con las comunidades. En este sentido, no nos vendría mal conocer los avances y métodos de esta disciplina para aprovechar al máximo las potencialidades de la tecnología, en un momento donde el trabajo de campo y la interacción física nos están vedados.

* Claudia Pamela Chavarría Machado (@PamChavarriaM) es Antropóloga social por la UAM Iztapalapa, estudiante de Derecho por la UNAM. Coordinadora de proyectos de investigación en temas de género, derechos humanos y desarrollo rural inclusivo en Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social, INCIDE Social, A.C.  José María León Villalobos es investigador en Centro Geo en temas de Mapeo Comunitario y Planeación Territorial e integrante del Laboratorio de Análisis Territorial y Participación ComunitariaMaría Elena Méndez López es investigadora en Centro Geo Unidad Yucatán en temas de gobernanza para la gestión del territorio y participación social para el diseño de  políticas públicas ambientales e integrante del Laboratorio de Análisis Territorial y Participación Comunitaria.

 

 

1 Cortés, N. (2016) Comunidad y reescritura, en Primer Encuentro Nacional sobre Reescritura Tecnológica en México, Centro Multimedia de Centro Nacional de las Artes: México

2 HINE, C. (2000) Virtual Ethnography. SAGE, Londres.

HINE, C., ed. (2007) Virtual Methods. Issues in Social Research on the Internet. Berg, Oxford.

HINE, C. (2005a) “Virtual Methods and the Sociology of Cyber- Social-Scientific Knowledge”. In Virtual Methods. Issues in Social Research on the Internet. C. Hine, ed. Berg, Oxford pp. 1-13.

HINE, C. (2005b) “Internet Research and the Sociology of Cyber-Social-Scientific Knowledge”. The Information Society 21, pp. 239- 248.

3 Pererira de Sa, S. (2002) Netnografias nas redes digitais. São Paulo: Hacker editores

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